Sin abejas ni avispas, no hay vino: su función en el viñedo

sin abejas no hay vino

Todos venimos al planeta tierra con una misión. En el caso de las abejas, no es solo la de producir miel y, en el de las avispas, no es solo picar o sembrar el pánico cada vez que aparecen.

Los insectos pueden ser enemigos del viñedo como los pulgones, la filoxera, las polillas de racimo… o grandes aliados, como las abejas y avispas.  

Las abejas y avispas se parecen a primera vista, pero existen muchas diferencias entre ellas y no solo físicas, por raro que parezca.

Las abejas son grandes polinizadores y, por supuesto, ayudan en este proceso a la biodiversidad del viñedo. Las avispas tienen otro carácter y, además, se ven atraídas por el néctar de la uva y la pueden llegar a agujerear. Pero esos picotazos no son siempre perjudiciales, sino que así favorecen y ayudan a la fermentación.

La polinización de las abejas

La polinización es fundamental en cualquier planta con flor para que se produzca precisamente la floración y que se termine convirtiendo en fruto, como ocurre con los racimos de uvas. 

¿En qué consiste? En transferir polen para que este germine y fecunde los óvulos de la flor, que se encuentra en el estigma. El polen llega a través de los estambres, esos hilitos o hebras que sobresalen en muchas y que son, nada más y nada menos, que los órganos de reproducción masculinos. 

Pero, ¿de dónde llega? En el caso de las abejas, el polen se adhiere perfectamente a su cuerpo peludo y transportan esas microsporas de flor en flor. Solo visitan una especie en cada viaje, aunque pueden llegar a mil en un día. 

Mediante esta función ayudan también a mantener la biodiversidad. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, más del 70% de los cultivos que utilizamos para el 90% de la alimentación mundial dependen de la polinización de las abejas.

La floración en los viñedos suele producirse entre mediados de mayo y mediados de junio en nuestro hemisferio, aunque varía según la zona y clima.

Importante es cuidar el viñedo y evitar el uso de insecticidas y productos químicos que provocan que las abejas se alejen. Y, como sin polinización ni flores, no tendríamos fruto (uva)… sin las abejas no habría vino. 

La fermentación y las avispas

Las avispas tienen mala fama por las consecuencias dolorosas de su picotazo. En el viñedo, sus aguijonazos también pueden ser contraproducentes porque les gusta mucho el néctar de la uva y pueden llegar a agujerear las bayas.

Sin embargo, si picotean suavemente las uvas, favorecerán el inicio de la fermentación

¿Por qué? Porque depositan en ellas una levadura que se desarrolla en las pieles a lo largo del verano y que, posteriormente, en los depósitos elegidos para la elaboración del vino comenzarán a metabolizar el azúcar y convertirlo en alcohol, ayudadas de otras levaduras provenientes del viñedo también o existentes en la propia bodega.

Como curiosidad, este proceso es un poco como el pez que se muerde la cola, porque las avispas alimentan con esa levadura a sus larvas. La mantienen en su estómago y, cuando se convierten es avispas, la introducen nuevamente en las uvas. 

Y como la fermentación es el proceso por el que el mosto se convierte en vino… sin avispas no habría vino. 

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